miércoles, 29 de octubre de 2008

Galimatías azul...

...y naranja


...con tonos de verde y menta

Frío

Hoy un virus me gana la batalla

Cansado y aterido
avanzo y atravieso un cruce tras otro
con prioridad a la derecha
Me busco un respiro,
me lamo las heridas,
recupero fuerzas

Medicinas sin receta
y efectos secundarios

Y sueño
Con gigantes y jardines
con sombreros de pensar
con pruebas y evidencias
con gafas de luna diurna

Y me despierto
con sudor frío
y la mirada perdida
tal vez para siempre...

martes, 28 de octubre de 2008

Abrígate

Hace frío, y me he pasado por casa a coger mi abrigo, el grueso. Me encanta la sensación del frío en la cara, acurrucadito en el abrigo y con una bufandita. Pasear, con las manos en los bolsillos, bien calentitas.

De pequeño me gustaba cuando me llegaba la época del frío. Tocaba comprar abrigo nuevo; y es que uno crecía a estirones, y de un año para otro la ropa me quedaba pequeña. Yo era el mayor, y no heredaba ropa. Y cada año, mi abrigo. Era la única prenda de ropa que no me agobiaba escoger. Recuerdo en particular uno que me hacía sentir como un aventurero. LLevaba unas etiquetas de "Station Polar Zebra", como en aquella película de Rock Hudson en un submarino.

También era la época de las castañas. Mi "barrio" se llamaba el Souto Grande (un souto, en gallego, es un bosque de castaños). Y tenía bien merecido el nombre. Mil y un castaños, que dejaban la carretera que pasaba delante de mi casa sembrada de erizos. Me encantaba recogerlos, aun pinchándome una y otra vez los dedos de las manos, y conseguir las castañas que después le llevaba a mi abuela para que nos las cociese. Y recuerdo el olor de las ramitas de fiuncho (hinojo) con las que las preparaba. Luego le seguía el ritual de pelarlas, trocearlas y llenar con los trozos de castaña enormes tazas de leche caliente. ¡Qué rico!

Acabo de pasar por delante de la playa de Riazor, y por la ensenada del Orzán. El mar es hoy de ese color azul intenso de los días de tormenta. Y el mar golpea con fuerza las rocas, la playa, haciendo una espuma blanca, blanquísima.

¿Ya os he dicho que me encanta pasear y sentir el frio en la cara?

lunes, 27 de octubre de 2008

Galimatías telegráfico

Fogonazo de señal anticipada

Con la espalda convada
dibujo líneas maestras
con carboncillo de trazo grueso

Y el folio en blanco
color hielo
se derrite en acuarela
dibujando, gota a gota,
un telegrama.

domingo, 26 de octubre de 2008

Galimatías panorámico

A salto de mata, entre el pasado y el presente
destilando encuentros, macerando sensaciones
La simiente puesta al sol
al calor, al aire, al agua.

Vistas ensoñadoras, desde un piso diecisiete,
o dieciocho, tanto da.
Gargantas agrietadas
Baile de recuerdos
Icónicas escenas, perturbadoras,
o ilusionantes

Abrazos al futuro
a la no distancia
o a la distancia vencida
por lazos de corbata
cigarrillos nocturnos
puertas de emergencia
ramitas de laurel
cosquillas
y planos contrapicados

jueves, 23 de octubre de 2008

Café

El periódico a un lado, ajado por su paso por mil y una manos. Las mismas noticias, las mismas miserias de siempre. La ventana es puerta al teatro del mundo, en el que actores y actrices interpretan una y otra vez el papel que les ha correspondido en el reparto. A veces quisiera intercambiar por un día la mirada, sentir lo que siente el otro. Saberme en otra piel, verme en otra piel. Empatía sublimada. Narraciones de osadía.

El sol atraviesa el cristal, y me sume en placentero embotamiento. Doy el último sorbo al cafe: no quiero rendirme al sueño. Sólo la noche debería ser territorio de los sueños. Porque soñar despierto es propio de una vida novelada, y novelesca.

Tipografía enlazada. Escudriño líneas, y vislumbro renglones. Ensoñamientos ajenos, en territorios propios. Me pediré otro café...


miércoles, 22 de octubre de 2008

Galimatías del tintero de sombra

Una bombilla que se agota. Se enciende y se apaga, a intervalos regulares. Proyecta, inmisericorde, luces y sombras sobre el libro abierto. La tinta parece tener sombra; o quizá es la luz la que escribe con sombras la historia que te atrapa; la que te retiene, en la butaca. Libro de cabecera, para el resto de tus días.



Sueña. Yo te daré luz.

lunes, 20 de octubre de 2008

Casa de cristal


En una casa de cristal no hay ventanas.
No hay necesidad
El sol se refleja, y da calor.
Aunque a veces, también ciega.

En una casa de cristal
la luz se concentra
y el papel arde.

Se derrite como cera
al consumirse

"Arde, arde que quédate en nada"
es lo único que acierta a pensar
Sin humo que alerte de la hoguera
¿cómo encontrarla?
¿cómo apagarla?

Olor a incienso
a iglesia
a religión
a la que entregarse, febril,
o de la que apostatar

Cristal tintado
vidrio velado
ventanas abiertas
de par en par

Aire fresco
calor del sol.

Un día más.
Un día menos.

sábado, 18 de octubre de 2008

Galimatías esperanzado

Densa niebla. Fuerte, de acero.
Desafía al vértigo. Arriba, más arriba.
Donde siempre estuvo, bajo la cúpula de la mezquita
de media luna.
Sin aliento en las sienes
humo en la piel
Claro entre nubes
por el que me cuelo, locuelo
Me deslizo al horizonte
sobre la espuma.

Susúrrame al oido
el secreto
que ya no es secreto
de la magia
que no se perdió
en ojos pequeños
de esperanza

Entorna los ojos,
que duele la luz
Usa lentillas, de colores,
océano y jazmín

Que vuelva el aliento
se marche la bruma
se ponga el sol.



"...seguro que el tesoro existe, oculto por demonios guasones, y seguirá inencontrable entre los laberintos de nuestras preguntas y respuestas..."

"...dime...¿se me parecía tanto?"

Hugo Pratt




Entropía

Hay gente que entra en tu vida... y se queda para siempre.

Recuerdo mi primer encuentro con Leo. Un tipo curioso. "El hippie pijo", definición acuñada por mí (y claro, eso me convertía a mí en el "pijo hippie"). Con esa melena revuelta, sonrisa pícara y pendiente de aro en la oreja (él siempre ha querido ser Corto Maltés; yo siempre me he visto más como Slütter, aunque ahora empiece a tener mis dudas)

En el despacho de Luigi, del que yo acababa siendo un miembro más. Pasaba más tiempo en ese despacho que en el mío. Cuestión de afinidades, supongo. Como acabé pasando más noches en el piso de Leo que en el mío. Aquellas cenas con más y más gente, por la que iban pasando diferentes personas, pero en las que casi siempre estaba yo.

Fue la primera vez en mi vida que me sentí integrado. Gente afín. Ganas de conocer a otros, de entender a otros. Ganas de escapar de la rutina, de lo convencional. "Cuando estás fuera de casa, fuera de tu círculo, eso se convierte casí en necesidad". Eso pensaba yo entonces. Ahora, pienso al revés. Te vas fuera porque sientes esa necesidad. Culo inquieto.

Formábamos un grupo curioso y variopinto. Rango de edad parecido, pero en lo demás.... Ambientalistas, arquitectos, arqueólogos.... Con inquietudes (había quien había escrito algún texto con más o menos acierto, había quien había participado en algún cortometraje, gente enamorada de la historia, de la filosofía, de los viajes....) Gente abierta, buena gente. Me sentí acogido con los brazos abiertos, y aquel piso se convirtió en el centro neurálgico de una red de amistades que hoy día, en la distancia, continúa viva, más fuerte que nunca. Aunque nos veamos una vez al año, con suerte. O aunque no haya vuelto a ver a gente como Antonio o Laura (guardo vuestro frasquito de arena de Egipto; guardo las flores secas del día de vuestra boda), a los que quiero con toda mi alma a pesar del poco tiempo que nos regalamos.

Buena comida, buen vino, cigarros, conversación y risas. La entropía de la amistad.


jueves, 16 de octubre de 2008

Gracias



Se sintieron palos, presiones y algun que otro desprecio.
Y a veces, lo que impide que tu puzzle se desarme es el consuelo de contar una voz amiga.
Que te ayude a no olvidar que todo es relativo, y que el amor propio es lo único que no puedes perder.
Por todo ello, mil gracias, Ana. Si tú quieres, nos quedan muchos cafés por compartir.
.




miércoles, 15 de octubre de 2008

Galimatías crepuscular

Cortometraje tragicómico, de guión errático. Intercalado en largometraje, de muchos finales, seleccionados entre publico representativo. Prefiero el final abierto, de "Lost in translation", la frase susurrada, que desvela el secreto que trasciende a ese encuentro afortunado; prefiero el final Burtoniano, final ansiado para cerrar una película redonda, que la desluce.

Actor secundario en papel protagonista, en película de Woody Allen donde la improvisación manda sobre el guión. Actor principal en horas bajas, que no encaja bien el papel de secundario, y declama a voz en grito reclamando su lugar.

Clint Eastwood recoge su viejo poncho. Western crepuscular.

Galimatías para mi


Roma antes de arder sella un anillo que se rompe. Y Morfeo no es redondo. Rayos de luna con mensaje; y visión doble, embriagada por la propia luna siamesa. Amanecer tardío, con la luna en la cama. César ha muerto.



lunes, 13 de octubre de 2008

Historia del marinero

JS siempre quisó viajar... conocer qué había al otro lado del horizonte. El olor a salitre le atraia. Irremisiblemente, torcía la vista hacia las olas que llegaban, una tras otra.


Y empezó a acumular piedras, una tras otra. En la orilla. No cualquiera. Las redondeadas no servían, porque se resbalaban una sobre la otra. Sólo recogía aquellas que estaban llenas de aristas. Y, una tras otra, las fué colocando en su lugar. Con mimo y esmero.


Llegó el día en el que la última piedra estuvo en su lugar. Una barca, de piedra. La echó al agua; se subió y asió el timón, con firmeza. Pero no llegó muy lejos. El peso de la barca la lastró, y eso supuso su perdición. Se quedo encallada a dos palmos de la costa, resistiendo el embate de las olas.


Pero a JS no le importó. Estaba en el mar, en SU mar. Y allí se quedó.


miércoles, 8 de octubre de 2008

Galimatías lunar

¿Por qué será que el influjo de la luna es tan poderoso, que a veces a todos nos desvía del camino previsto?

Sedal

Hoy, aprovechando el festivo local, he ido a comprar el regalo de cumpleaños de mi sobrina adoptiva favorita, que con siete años fue capaz de negociar duramente hasta conseguir lo que pretendía. Desde hace un tiempo, la diversión entre la chavalería de su barrio ha dejado de ser la de jugar al futbol, a la peonza, al escondite, o a lo que sea que puedan jugar los niños. Ahora la diversión consiste en pescar. Se colocan en el paseo marítimo, que bordea la ría, y pescan muxes (no sé como se llaman en castellano). Los pescan, y los devuelven al mar. El puro placer de pescar, de soltar la caña y esperar.

Tras la decepción de comprobar que las cañas de pescar "premontadas" sólo se venden en verano, tuve que comprar caña, sedal (del 30, el más gordo posible), plomadas, boya y anzuelo por separado; asediar a preguntas al pobre dependiente de la tienda; y practicar el difícil arte de atar sedal y enrollarlo en la caña. Después de cierto recelo inicial, he descubierto que no se me da mal. Caña ensamblada con relativo éxito. Después, sobrina, padre, madre y tío mon hemos pasado un rato divertido. Claro que la marea estaba baja y era imposible llegar al agua (ni acercarse, pisando el barro y las algas que quedaron al aire: he estropeado mis zapatillas). Pero nos hemos reido compitiendo a ver quien alcanzaba mas lejos al soltar el sedal. Y quien conseguía pescar el alga muerta más grande con un cebo de papel de aluminio. Y, por supuesto, quien montaba el embrollo más gordo con el sedal. Hay nudos que es muy dificil deshacer sin armarse de mucha paciencia. :D
Y mientras, sobre nuestras cabezas, una veleta se dejaba mecer por el viento...

Oasis

Es un rincón oscuro, y entrañable, en encrucijada de piedra. Del techo, de las paredes, entre decenas de luces y velas, cuelgan restos de mil y una vidas, rescatados de quién sabe qué polvoriento desván. Sillas y banquetas desvencijadas, pero que resisten siempre un nuevo pulso contra el equilibrio. Te sientas en la barra, y abres el libro que es compañero inseparable estos últimos días. Un té moruno con hojas frescas de menta. Un trocito de bizcocho de semillas de amapola, regalo de ella para el paladar. Él acaricia y golpea la darbuka, incansable, bajo su gorra de bisera que ya es marca de fábrica. Se desliza con la música de fondo, recio pero tierno a la vez; y en cada entreacto, me habla de sus viajes, del viejo músico al que quiso conocer y que los acogió en su casa. Ella aparece, y una broma cómplice nos arranca una sonrisa a los tres. Descubro la infusión de karkadé, en vaso de bordes dulces. Vapor que se escapa de las teteras, sobre los hornillos, y con él el olor. Ella enciende una vela, y lo hace, compadecida, para mí. Lectura en penumbra, a la lumbre, que arranca sombras nerviosas de la tinta y me transporta a tiempos pretéritos, previos a la magia de Tesla. Cambio de parche a la darbuka: compleja operación, aderezada con una conversación sobre autores e historias. La insólita pareja de amantes otoñales llega, aplaude con pasión, y se retira, hablando de nuevos días que vendrán, o no vendrán.

Y al final, despedida y cierre, con un "hasta luego" . Cambio y corto. Travesía del desierto.

LLuvia

Domingo. Atardecer. Primero fue una gota, a la que siguió otra, y otra más. Lo protegían del frío y de la lluvia una gruesa chaqueta y un ligero chubasquero. Se subió la capucha y se la ajustó. Dejo que le llegase el olor a piedra húmeda. Los adoquines se transformaron en espejos, que reflejaban la luz de las farolas y le devolvían un mosaico multicolor.

Se dejó llevar, y deambuló por las calles. Reconociendo rincones ya conocidos, redescubriendo otros. Y la vió. Caminaba con decisión, bajo la fina lluvia. Pero sin prisa. Saboreando la sensación de frescor en el rostro, del cabello mojado pegado a las sienes. Llevaba un jersey verde, y una camisa blanca por debajo que asomaba por encima del pantalón. Se miraron fugazmente, y cada uno siguió su camino.

Él siguió deambulando. Atravesó una, dos tres calles, giró una esquina... Y volvió a encontrársela. Apenas se miraron esta vez, tal vez por la sorpresa, tal vez por lo incómodo de sentirse acechador del otro, aún de modo inconsciente.

Continuó su paseo. Calles separadas. Pero encuentro inevitable, el tercero. Condenados a no separarse.Se reconocieron mutuamente. Ninguno iba a ningún lugar; ninguno buscaba nada. Sólo dejarse llevar. Y es que todos los que se dejan llevar terminan, siempre, en el mismo lugar....




sábado, 4 de octubre de 2008

Galimatías bipolar (D&D)

Humo limpio, filtrado por el agua
Aroma a manzana que calma los sentidos
Preludio de madrugada
Antesala del día

Celsius en la marca de la nada
mercurio almacenado en su rincón
hemisferios separados
tras la revolución

En la entraña los molinos
giros de aspas a contrarreloj
A marchas forzadas
hacia trabajos forzados

Zapatos blancos en la línea de partida
Duelos de conciencia
e impulsos metralla
El nudo gordiano
es cordon umbilical
que se corta de un tajo

Edición de bolsillo
facsímil o lámina
de un cuadro robado
en busca y captura

Ladrón de guante albino
y aliento blando
Actriz tragicómica
y espejo sordomudo

Subrayados en el guión
Coordenadas en un mapa
Disparos que desfiguran
mi semántica forma

Trozos de ficción
de una historia real
Foco de luz fría
Sombras iluminadas
Cara oculta
Pose consentida de caballero y heroina
y eclipse de sabor