La piel se tensa para retumbar en las conciencias. Gengibre ahogado en el fondo de la garganta. Silencio, entre trueno y murmullo. Tras el demonio de siete hojas, el jazz de las moscas llega a la ciudad.
Las palabras no escuchadas se deslizan suavemente, mecidas por el viento, hacia un suelo de hojarasca. Y las palabras reviven, en plenitud, al crujir de las pisadas con los pies descalzos
1 comentario:
y la sangre marca un compás libre y la piel ondea como la luna amando al río
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