miércoles, 8 de octubre de 2008

Sedal

Hoy, aprovechando el festivo local, he ido a comprar el regalo de cumpleaños de mi sobrina adoptiva favorita, que con siete años fue capaz de negociar duramente hasta conseguir lo que pretendía. Desde hace un tiempo, la diversión entre la chavalería de su barrio ha dejado de ser la de jugar al futbol, a la peonza, al escondite, o a lo que sea que puedan jugar los niños. Ahora la diversión consiste en pescar. Se colocan en el paseo marítimo, que bordea la ría, y pescan muxes (no sé como se llaman en castellano). Los pescan, y los devuelven al mar. El puro placer de pescar, de soltar la caña y esperar.

Tras la decepción de comprobar que las cañas de pescar "premontadas" sólo se venden en verano, tuve que comprar caña, sedal (del 30, el más gordo posible), plomadas, boya y anzuelo por separado; asediar a preguntas al pobre dependiente de la tienda; y practicar el difícil arte de atar sedal y enrollarlo en la caña. Después de cierto recelo inicial, he descubierto que no se me da mal. Caña ensamblada con relativo éxito. Después, sobrina, padre, madre y tío mon hemos pasado un rato divertido. Claro que la marea estaba baja y era imposible llegar al agua (ni acercarse, pisando el barro y las algas que quedaron al aire: he estropeado mis zapatillas). Pero nos hemos reido compitiendo a ver quien alcanzaba mas lejos al soltar el sedal. Y quien conseguía pescar el alga muerta más grande con un cebo de papel de aluminio. Y, por supuesto, quien montaba el embrollo más gordo con el sedal. Hay nudos que es muy dificil deshacer sin armarse de mucha paciencia. :D
Y mientras, sobre nuestras cabezas, una veleta se dejaba mecer por el viento...

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